«Los científicos descubre la clave para vivir una larga vida», proclamó el Wall Street Journal el pasado mes de julio. «¿Quién quiere vivir hasta los 100? Una prueba genética podría predecirlo», anunció la Radio Pública Nacional un día después. Estos y cientos de titulares similares se hacían eco de un artículo que apareció en la revista Science anunciando que unos investigadores habían identificado un conjunto de genes capaces de predecir la longevidad humana con una precisión del 77%. Sin embargo, mientras los medios de comunicación convencionales anunciaban la noticía, otros investigadores criticaban en la web la metodología del trabajo.
«Imagino que la mayoría de los resultados de este estudio no tendrá la misma longevidad que sus participantes,» declaraban en un post los investigadores de la empresa de genómica personal 23andMe, con sede en Mountain View (California). Según estos, las centenares de pruebas presentadas en el estudio había sido realizadas utilizando diferentes tipos de chips de análisis de ADN, algo que potencialmente puede sesgar los resultados. Una semana después de la publicación, los autores del artículo anunciaron en un comunicado la presencia de un error técnico en las pruebas de laboratorio realizadas y que habrían revisado de manera estricta sus análisis. En noviembre, incluso la revista Science expresó sus dudas sobre la validez de estos resultados.
Este ataque crítico fue sorprendente pero no excepcional. Blogueros y tweets les están complicando la vida a diversos científicos, pues sus papers quedan completamente desmontados en cuestión de horas en vez de años, y en público, en vez de ser discutidos en pequeñas conferencias o en una conversación privada.
A raíz de lo sucedido surgió consecuentemente una cuestión: ¿deben los autores responder a las críticas procedentes de todas las direcciones o deberían limitar sus respuestas a la esfera convencional, más deliberativa de conferencias y revistas?
Para muchos investigadores, obtener una respuesta tan rápida es algo valorado positivamente porque ayuda a detectar errores en poco tiempo. Según los críticos de los métodos tradicionales de revisión por pares, para poner orden en esta situación es necesario un nuevo conjunto de normas culturales y de infraestructuras en línea capaces de ofrecer un control más eficaz de las publicaciones científicas. De hecho, la idea no es nueva. Desde su nacimiento, a finales de los año ’80, Interet nació precisamente con el objetivo de responder a las exigencias de unos investigadores del CERN para poder discutir y confrontarse sobre los resultados científicos obtenidos.
En realidad, en algunos campos como las matemáticas y la física, este tipo de «discurso público» acerca de un paper – tanto antes como después de su publicación – funciona desde hace dos décadas, puesto que la mayoría de los investigadores en estos campos hacen públicos sus documentos en la web de arXiv.org. Y desde que los blogs se convirtieron en una herramienta informática tan popular, estos científicos no tardaron en comenzar a debatir sus investigaciones a través de ese medio.
Como resultado, varias revistas – incluyendo, en 2005, Nature – han intentado interesar a los científicos acerca de este tipo de comunicación, sobre todo para aquellos documentos que se quedan en el olvido sin despertar la atención de nadie.
Es inevitable que el web 2.0 abarque todos los dominios de nuestras vidas cotidianas. En casi veinte años, Internet no tan solo ha encogido nuestro planeta sino que ha creado un verdadero submundo antes inimaginable. Su gran alcance está ejerciendo en nuestra manera de pensar, actuando no sólo a nivel del comportamiento de los usuarios sino también a nivel cultural, sirviendo de columna vertebral de un verdadero cambio intelectual.
Estoy convencido de que las herramientas informáticas como blogs, Twitter o Facebook son ejemplos tecnológicos evidentes de cómo organizar, amplificar y difundir una nueva información, la que realmente nos interesa conocer. Y la historia contada en este post – inspirado en un editorial de la revista Nature publicado la semana pasada – confirma está sensación mía personal. Internet está afectando el comportamiento de la oferta y la demanda y gracias a la web seremos capaces de tomar decisiones que afecten de forma positiva a nuestra sociedad.
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