MELiSSA, de la UAB al espacio


Antes de empezar un largo viaje en coche es buen consejo preocuparse principalmente de dos cosas: llenar el depósito de carburante y cargar el vehículo de comida para afrontar la travesía. Dentro de lo que cabe, emprender un viaje espacial supone más o menos las mismas tareas, aunque navegar por el Cosmos implica asumir distancias y tiempos mucho más largos por recorrer.

Photo: Esa

Photo: ESA



Sin embargo, puesto que todavía no existen áreas de servicio en el espacio para el abastececimiento de víveres y de oxígeno sería imposible enviar astronautas para la exploración de otros cuerpos del Sistema Solar. De hecho, hoy en día no existe tecnología alguna que nos permita realizar viajes de este tipo. Una misión espacial tripulada que quiera, por ejemplo, llegar a Marte tardaría unos mil días y necesitaría un cargamento de más de 30 toneladas entre vituallas y reservas de oxígeno, algo todavía inviable. Por esa razón, las agencias espaciales están buscando soluciones que vayan en ese sentido, en particular para poder garantizar la supervivencia de los astronautas.

Una de ellas es el proyecto que algunos países de la Agencia Espacial Europea (ESA) junto a Canadá están llevando a cabo: MELiSSA (siglas en inglés de Sistema Alternativo de Soporte Microbiológico) es una planta piloto que recrea un ecosistema artificial capaz de generar oxígeno, agua y alimentos vegetales a partir del reciclaje de los residuos orgánicos como orina, heces y CO2 producidos por la tripulación de una nave espacial. La instalación, única en Europa por sus características, fue inaugurada la semana pasada en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) con la presencia del director de la ESA, Jean-Jacques Dordain, y la ministra española de Ciencia e Innovación, Cristina Garmedia.

El principio en el cual se basa MELiSSA es el de un ecosistema acuático, compuesto por cinco procesos diferentes que funcionan como un circuito cerrado. A través de la descomposición de residuos por procesos de fermentación y la conversión de amoníaco en nitratos, se alimentan algas y plantas que, a su vez, recogen CO2, producen oxígeno y filtran el agua. Además, los vegetales sirven de alimento para la tripulación de manera que se cierra el círculo y se reinicia el proceso de recuperación y reciclaje.

Durante un período de dos años dichas tecnologías se aplicarán sobre un grupo de 40 ratas que, en principio, consumen el mismo oxígeno y producen la misma cantidad de CO2 que una persona. De igual forma los compartimentos serán testeados de forma independiente durante los próximos 18-24 meses y serán progresivamente interconectados hasta que MELiSSA entre a funcionar a pleno rendimiento, en 2014.

Tal vez en un futuro no muy lejano, digamos en unos 50 años, cuando según las previsiones todas la reservas de petróleo del mundo se hayan acabado, la tecnología desarrollada por MELiSSA nos ayude a abastecer nuestras necesidades energéticas. Entonces no habrá que ir tan lejos para que su aplicación nos sea útil y quizás, de paso, consigamos solventar otros problemas como el del cambio climático.

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